Los perros y los humanos han sido los mejores amigos desde hace miles de años. Gracias a la ciencia descubrimos que los perros vivieron regularmente con humanos hace unos 10.000 años, y que incluso perros y personas fueron enterrados juntos hace 14.000 años. Y, durante incluso más tiempo, tal vez cientos de miles de años, los humanos caminaron junto al antepasado del perro doméstico, una especie extinta de lobo.
Los perros y los lobos son parte de una gran familia taxonómica llamada Canidae, que también incluye a los coyotes, zorros y chacales, de acuerdo con el Sistema Integrado de Información Taxonómica. Los miembros de esta familia se llaman cánidos. Los perros domésticos son una subespecie llamada Canis lupus familiaris, que tienen un promedio de vida de 10 a 13 años y un periodo de sueño de unas 12-14 horas (en su etapa adulta).
La familia Canidae incluye 14 géneros y 34 especies, según la Web de Diversidad Animal de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). Con tanta variedad de canes, es fácil ver por qué hay tantos tamaños diferentes de perros. Según la Universidad de Edimburgo (Escocia), el cánido más pequeño es el zorro Fennec. Apenas mide 24 centímetros de alto y no llega al kilogramo de peso. En el lado opuesto, el cánido más grande es el lobo gris, con 1.5 metros de largo sin contar la cola. Las hembras suelen pesar entre 27 y 45 kilogramos y los machos entre 31 y 65 kilogramos, de acuerdo con la National Wildlife Federation (Federación Nacional de Vida Silvestre). Conozcamos más curiosidades científicas sobre ellos.
El origen de la frase ‘El perro es el mejor amigo del hombre’
Los perros han acompañado al ser humano desde hace al menos 15.000 años y, según una investigación de la Universidad de Linköping (Suecia) el origen de esta amistad con las habilidades sociales que conlleva, tienen una base genética. Los expertos identificaron cinco genes relacionados que en el ser humano están vinculados a trastornos del comportamiento, como el autismo o la esquizofrenia.
El origen de la amistad perro-humano
Un estudio de la Universidad de Lincoln (Reino Unido) y de la Universidad de Sao Paulo (Brasil) demostró que los perros son capaces de interpretar nuestros estados de ánimo, pues durante el experimento con 17 perros, no tuvieron tiempo de familiarizarse con los humanos elegidos, sino que respondieron a una asociación de señales emocionales sin este factor condicionante. Es una habilidad del propio del animal, probablemente motivada por la larga relación con los seres humanos desde hace siglos.
Amor perruno
El vínculo entre un perro y su dueño es similar al de una madre con su hijo. Así lo determinó un equipo de científicos del departamento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad Azabu (Japón). El estudio, publicado en la revista Science, demostró que la hormona del amor (oxitocina) es la que ha creado una conexión tan fuerte como la que se crea a nivel biológico entre padres e hijos.
El cerebro de los perros
El cerebro de los perros es más grande que el de los gatos gracias a su sociabilidad. Existe un vínculo entre el tamaño del cerebro y el grado de sociabilidad de un determinado mamífero y, en el caso de los perros, su cerebro aumentó el tamaño de su materia gris con el paso del tiempo. Los cerebros que más han crecido en el transcurso de la evolución han sido los monos, los caballos, los delfines, los camellos y los perros. Así, el cerebro de los gatos es mucho más pequeño debido a su carácter solitario e independiente.
Visión nocturna
¿Cómo ven los perros? Los canes tienen una visión nocturna muy superior a la humana. Poseen una estructura llamada tapetum lucidum en la parte posterior del ojo que es capaz de reflejar la luz para una mejor visión nocturna. Respecto a su oído, los perros son capaces de escuchar sonidos a una distancia de hasta 225 metros, aunque esto no ocurre durante toda la vida. Recién nacidos son incapaces de ver ni oír nada: únicamente comen (10% del tiempo) y duermen (el 90% de tiempo restante).
¿Comida o caricias?
¡Mejor caricias! Esta es la conclusión a la que llegó un estudio publicado en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience, que demostró que la mayoría de los perros prefieren recibir una caricia de sus dueños a un trozo de salchicha, o lo que es lo mismo, a la comida. En el experimento, la actividad en la zona cerebral implicada en la toma de decisiones y recompensas era muy superior cuando los perros eran acariciados, en comparación a cuando recibían el trozo de salchicha.